Biografía de mi cáncer por Patricia Kolesnicov.[1]
A los 34 años Patricia fue diagnosticada con cáncer de mama pese a contar con el estado físico de una nadadora olímpica y haber tenido una juventud de férrea disciplina atlética. Nunca se le ocurrió que ella fuera parte de aquella excepción estadística que señala que una mujer a los 30 años tiene un 0,4 por ciento de probabilidad de contraer cáncer de mama. “Que una mujer de 40 tiene una posibilidad entre 1.200 de desarrollar la enfermedad…” sobretodo cuando no hay un antecedente familiar siquiera a la vista en las ultimas 4 generaciones.
De ese diagnóstico habrán pasado 16 años y hace de Patricia un caso digno de analizar por todo lo que puede aportar para afrontar el cáncer y literalmente no morir en el intento. En primer lugar vale la pena comentar que Biografía de mi cáncer parece mas un diario que una biografía, su estilo es muy íntimo, describe en primera persona todo a la vez: pensamientos, sensaciones, percepciones de la autora, desde el momento en que le encuentran un “Carcinoma ductal infiltrante de tipo no especial NOS, grado histológico III, grado nuclear III, con algunos focos de carcinoma intraductal de alto grado GN III, de tipo sólido”.
Patricia ejerce actualmente como editora cultural para el Diario El Clarín y ha conducido programas para radio y televisión. Se ha casado dos veces: en1989 con Juan Pablo y en el 2011 con Olga, su pareja, quien la ha acompañado incondicional durante los últimos 20 años Aprox. Del libro se puede calcar una mujer temperamental aguerrida y de un “optimismo pelotudo” como ella misma se describe, que toma decisiones con base en sus propios argumentos y no tanto en lo que los demás le puedan aconsejar, de un humor y sarcasmo original capaz de describir la situación más dramática produciendo carcajadas.
Es en resumen, una mujer de su tiempo que vive, siente y piensa como tal y ello permite que su experiencia sea muy provechosa para todos aquellos que no nos consideramos héroes, ni protagonistas de historias épicas, sino seres humanos que se enfrentan con sus talentos y debilidades a la más dura prueba de vida: el cáncer.
Quimio, radioterapia y la feria alternativa
Para empezar y dejar clara la visión de la propia autora, el cáncer no fue una experiencia edificante, tampoco la hizo más sabia, ni mejor mujer, todo lo contrario ella ve su enfermedad como un yerro, algo que no debía suceder y que en el balance solo le dejó una profunda animadversión a todo lo relacionado a la enfermedad. [2]
Sin embargo enfrentar un cáncer si nos lanza al mayor dilema como seres humanos: decidir si vale la pena seguir en este mundo o si en definitiva es el momento de descansar y darle punto final a todo. Cualquiera que sea la decisión, nadie tiene derecho a juzgarla desde ningún punto de vista mucho menos desde el marco difuso del bien y el mal.
Lo que si es claro es que si elegimos el camino de la vida no hay lugar a vacilaciones, todo nuestro ser se debe enfocar en salir adelante sin escatimar esfuerzos de ninguna índole tanto en el plano médico, físico, emocional y espiritual. Es una pelea donde nos subimos al ring con mucho en contra nuestra sobre todo el miedo, sin embargo gran parte de la victoria depende de nuestra resistencia física y mental para soportar los golpes de la enfermedad y llegar al round 12 con ganas de seguir dando la pelea demostrando de esta forma que vale la pena seguir nuestra vida.
Sin embargo enfrentar un cáncer si nos lanza al mayor dilema como seres humanos: decidir si vale la pena seguir en este mundo o si en definitiva es el momento de descansar y darle punto final a todo. Cualquiera que sea la decisión, nadie tiene derecho a juzgarla desde ningún punto de vista mucho menos desde el marco difuso del bien y el mal.
Lo que si es claro es que si elegimos el camino de la vida no hay lugar a vacilaciones, todo nuestro ser se debe enfocar en salir adelante sin escatimar esfuerzos de ninguna índole tanto en el plano médico, físico, emocional y espiritual. Es una pelea donde nos subimos al ring con mucho en contra nuestra sobre todo el miedo, sin embargo gran parte de la victoria depende de nuestra resistencia física y mental para soportar los golpes de la enfermedad y llegar al round 12 con ganas de seguir dando la pelea demostrando de esta forma que vale la pena seguir nuestra vida.
Patricia cuenta en su libro que el cáncer la tomó desprevenida, totalmente absorta en sus obligaciones del día a día y que cuando palpó ese bultito en su “teta derecha” pensó que solo era un síntoma menor para buscar una cita médica de rutina.
A veces somos devotos creyentes aun siendo ateos radicales, confiamos con una fe ciega en nuestra propia suerte, como si ella nos hubiera hecho un pacto de protección y así vamos por la vida sin mayor cosa de que preocuparnos solo de lo cotidiano porque sencillamente hasta el momento nada malo nos ha pasado, pero es que acaso los imprevistos suceden después de pequeños percances premonitorios? la vida puede cambiar en un instante sacandonos del carril y haciendonos chocar con lo que se encuentre a nuestro lado.
Nadie quiere pensar en el cáncer como una posibilidad, en el fondo todos asumimos poseer un amparo divino frente a la enfermedad y por tanto el diagnóstico siempre nos toma “fuera de base”, a contrapie, así como ocurrió en el caso de Patricia. Sin embargo, cuando la evidencia fue irrefutable y no había espacio para dudas, ella tomó la decisión de prepararse, no para la enfermedad sino para el tratamiento que debía afrontar: la quimioterapia. No es para menos, además de ser el tratamiento estándar y medicamente aceptado, es también veneno puro, el gas mostaza fue el componente utilizado para las primeras quimioterapias después de ser utilizado durante la primera y segunda guerra mundial con efectos tan devastadores sobre los campos de batalla.
En ultimas, la quimioterapia no es una opción ni tampoco es eficaz, es lo único que tienen los médicos para tratar el cáncer y hasta que no surja algo con resultados superiores va seguir siendo el tratamiento recomendado. Patricia lo resume así: “No todo el mundo coincide en que la quimioterapia es la solución y el cementerio está lleno de pacientes que pasaron por este tratamiento. Lleno de cánceres a los que sólo mató la muerte del cuerpo que integraban.”
Patricia planteo su estrategia en el terreno de la desintoxicación inicialmente se concentró en liberar toda sustancia que implicara trabajo de purificación dentro del organismo, ella necesitaba que tanto riñones como hígado concentraran toda su energía en soportar las dosis administradas del paclitaxel y la doxorrubicina, la combinación de medicamentos elegida para combatir su cáncer.
Por el momento se acababan los típicos asados de fin de semana y la carne roja de los días ordinarios, también salieron del menú los enlatados, la leche, los huevos, las harinas refinadas, el alcohol, las gaseosas, el azúcar, los edulcolorantes, el té y el café. A partir del diagnóstico, la porción de proteínas vendría del pollo orgánico y el pescado fresco, probaría el azúcar de maíz y degustaría el café de malta.
Si la Organización Mundial de la Salud comenzó a alertar recientemente sobre los inminentes riesgos para los seres humanos del consumo permanente de carnes rojas entonces probablemente el plan de desintoxicación de Patricia tenía mucho sentido y era altamente conveniente. Debemos tener en cuenta que nos enfrentamos a un cáncer y como tal, muchos aspectos de nuestra vida como hábitos y costumbres entre ellos uno de las mas importantes la alimentación, no puede seguir siendo igual.
A la enfermedad llegamos como producto de todo lo vivido y por tanto vale la pena revaluar cada uno de los aspectos que componen nuestras vivencias con miras a posibilitar una curación porque basicamente la prueba del cáncer se supera en gran parte con cambio y transformación.
Continuando con la historia que nos atañe, en el caso de Patricia la radioterapia se le aplicó a la par que la quimio por la mayúscula razón de tener un “tumor de alta agresividad biológica”. Los efectos de ambas se sintieron al tiempo sin forma de distinguir los unos de los otros y quizás, también de paso, haciendo que el viacrucis fuera menos tormentoso.
Si la Organización Mundial de la Salud comenzó a alertar recientemente sobre los inminentes riesgos para los seres humanos del consumo permanente de carnes rojas entonces probablemente el plan de desintoxicación de Patricia tenía mucho sentido y era altamente conveniente. Debemos tener en cuenta que nos enfrentamos a un cáncer y como tal, muchos aspectos de nuestra vida como hábitos y costumbres entre ellos uno de las mas importantes la alimentación, no puede seguir siendo igual.
A la enfermedad llegamos como producto de todo lo vivido y por tanto vale la pena revaluar cada uno de los aspectos que componen nuestras vivencias con miras a posibilitar una curación porque basicamente la prueba del cáncer se supera en gran parte con cambio y transformación.
Continuando con la historia que nos atañe, en el caso de Patricia la radioterapia se le aplicó a la par que la quimio por la mayúscula razón de tener un “tumor de alta agresividad biológica”. Los efectos de ambas se sintieron al tiempo sin forma de distinguir los unos de los otros y quizás, también de paso, haciendo que el viacrucis fuera menos tormentoso.
Pero Patricia nunca estuvo satisfecha con el manejo que los especialistas le daban a su enfermedad, no porque cuestionara algo desde el punto de vista médico, sino porque en el tratamiento ella no hacía parte del proceso como ser humano con alma, corazón y psiquis. Es por esto que por iniciativa propia, busca soluciones alternativas que la incluyan dentro de su lucha contra el cáncer: “¿cómo no buscar un tratamiento alternativo? ¿Cómo desconocer la indiferencia de los alópatas por el todo, la soltura con la que un especialista al pasar te dice “te van a salir llagas en la boca y en la vagina”?....“Todo el mundo tiene su médico y es urgente hacer una interconsulta, todo el mundo tiene su brujo y hay que verlo, todo el mundo tiene su médico chino, su macrobiótico, su naturista, su inmunólogo.”
En esta búsqueda reseña todo lo que vio y escuchó en esa exploración, desde la dieta macrobiótica para impedir que la quimioterapia ataque el corazón y las arterias: té de llantén, desayuno con bollitos de mijo y calabaza y jugo de dos zanahorias, media manzana y media naranja, té de marrubio, arroz integral, gomassio, hakussai, papa ñame, hongos shitake, sopa de bacalao, sopa de porotos aduki con algas kombu.”
También se encontró con el facilísimo remedio del aloe vera “Dos hojas grandes (o más, si son pequeñas) de esa planta ‘Aloe Vera’ (peso total de unos 300 gramos más o menos). Que no sean ni muy viejas ni muy jóvenes. Tras lavarlas (para quitarles el polvo), quitar las espinas del borde y recortar ligeramente sus rebordes. Medio kilo de miel. Siete a ocho cucharadas de sopa de algún cognac o whisky (en otra receta se indican solamente 3 o 4 cucharadas). Pasar todo ello por una licuadora durante uno o dos minutos.”… “Por suerte, el jarabe de aloe vera —advierten— se lleva bien con la quimioterapia. No es necesario dejarla.”
De ojear y repasar en internet encontró también “…el libro del doctor Francisco Contreras, que te mandan por correo por ocho dólares con ochenta: “Este libro reseña los tratamientos alternativos para contrarrestar y prevenir el cáncer. El método del Dr. Contreras incluye crear una atmósfera de oración y alabanza positiva, amorosa y llena de fe; esto, junto con la Palabra de Dios, son las herramientas que usa para combatir el cáncer. Uno de los objetivos del libro es provocar esa misma atmósfera de fe en los lectores…”.
Así mismo, por tres dólares con noventa y nueve, te envían “La cura bíblica. Cáncer”, de Don Colbert: “Forma práctica y fácil de emplear sus múltiples conocimientos médicos para tratar enfermedades como: acidez e indigestión, artritis, cáncer, enfermedades del corazón, diabetes, depresión y ansiedad.”
Y finalmente después de tanto buscar y preguntar llega a un aviso de periódico que reza: si existe cura para el cáncer y solo piden llamar a un teléfono. Cuando llama se presenta un doctor X que dice emplear una sustancia novedosa que se está utilizando en Alemania, además de confesarle un gran secreto hasta el momento celosamente guardado: “que las cifras de curación que dan los oncólogos son falsas: que casi nadie mejora con la quimioterapia”, en cambio con este remedio SI.
Luego de ires y venires no se inclina por ninguna de las anteriores: la sustancia misteriosa y el medico misterioso no le generan ninguna confianza solo sospechas; los libros no parecen tener mayor garantía solo el nombre del pastor Benny Hinn que vive en USA y ora por tu pronta curación; y de la dieta macrobiótica, Patricia piensa que bastantes drogas han de meterle en su cuerpo como para hacer también de la comida un menú de remedios.
Al final decide aceptar el consejo de una intima amiga y seguir el tratamiento de “yuyos paraguayos” que tan buenos resultados le dieron a otra amiga con cáncer en el cerebro. Los yuyos no son mas que plantas medicinales sintetizadas en pastillas variopintas de diferentes tamaños cuyo tratamiento completo asciende a 1500 dólares en modalidad de contrabando al no contar con permiso sanitario. Tampoco es que creyera mucho en su poder curativo, pero prefiere eso a todas las demás opciones ofrecidas y a tener su conciencia tranquila que hasta en este punto jugó alguna carta para salvar su propia vida.
Lo cierto es que alrededor de la enfermedad, no solo del cáncer, se nutre toda una industria de laboratorios, tratamientos alternativos y uno que otro "iluminado" que anuncia "la cura milagrosa" de la enfermedad aprovechando el desespero y la angustia para desangrar el patrimonio familiar. En este punto, es prudente ser desconfiado; si hubieran curas instantáneas ya se comprarían en cualquier droguería y serían masivamente publicados sus beneficios y resultados.
Lo cierto es que alrededor de la enfermedad, no solo del cáncer, se nutre toda una industria de laboratorios, tratamientos alternativos y uno que otro "iluminado" que anuncia "la cura milagrosa" de la enfermedad aprovechando el desespero y la angustia para desangrar el patrimonio familiar. En este punto, es prudente ser desconfiado; si hubieran curas instantáneas ya se comprarían en cualquier droguería y serían masivamente publicados sus beneficios y resultados.
Reflexiones saludables
En la batalla contra el cáncer nada se sabe: no necesariamente mueren los que no creen en Dios ni sobreviven los que creen en El. Quizás si la persona ha cultivado y reforzado su fe por convicción, ésta le ayudará a sobrellevar la enfermedad; pero si por el contrario ante la fatalidad, el individuo presa del miedo y la desesperación decide creer y hace promesas de cambio y transformación en procura de escapar a la muerte, no creo que esto marque la diferencia. Es mas, puede que sea inconveniente ya que además de lidiar con su enfermedad, le tocaría empezar un proceso de conversión en un momento dificil, en un momento donde su mente y su cuerpo deberían estar concentrados en su proceso de recuperación.
Los procesos de conversión conllevan reflexión, inquietudes, dudas, etc. que por lo general requieren tiempo considerable para poderlos asimilar y reconciliar a conciencia. Sin embargo en la literatura tenemos muchas casos donde a raíz de una enfermedad letal, la persona encontró el momento propició de acercarse y creer en Dios.
Este no es el caso de Patricia. De plano, en un primer momento y al conocimiento del diagnóstico de cáncer, sienta posición con respecto a la fe: “Si hubiera un dios, un dios de todo el Universo y también de cada uno, si hubiera un dios que le diera un sentido a mi enfermedad, si hubiera un dios todopoderoso que hubiera decidido —o consentido— una mutación de mis células... ¿se enojaría ese dios si yo me negara a ver su maldad como prueba de su existencia? ¿Cambiaría ese castigo ya otorgado por salud y vida si, por miedo a morir, aceptara su presencia? Si hubiera un dios, ¿sería tan mezquino? Y si efectivamente este dios razonara de esta manera extorsiva, ¿no probaría esto que dios es una cabal creación humana? O dios no existe, o ya decidió, o no es sensible a mi indiferencia. Estoy salvada.”
Este es un ejemplo elocuente de la manera como alguien sabe sincerarse consigo mismo alrededor de un aspecto tan importante como la fe en Dios. No digo que sea bueno o malo, correcto o incorrecto, en la fe como en muchas cosas de nuestra vida, usted puede creer cualquier cosa, al final por el simple hecho de creer ya le está dando vida a esa idea o creencia. Pero lo fundamental es que cualquiera que sea lo que piense sobre creer o no en Dios, es que sea una elección libre de miedo, ya que el miedo contradice desde todo punto de vista una idea coherente de Dios.
Este es un ejemplo elocuente de la manera como alguien sabe sincerarse consigo mismo alrededor de un aspecto tan importante como la fe en Dios. No digo que sea bueno o malo, correcto o incorrecto, en la fe como en muchas cosas de nuestra vida, usted puede creer cualquier cosa, al final por el simple hecho de creer ya le está dando vida a esa idea o creencia. Pero lo fundamental es que cualquiera que sea lo que piense sobre creer o no en Dios, es que sea una elección libre de miedo, ya que el miedo contradice desde todo punto de vista una idea coherente de Dios.
Como a Patricia a quien tampoco le desvela encontrar la respuesta justificada del ¿por qué a mí? Desprecia todas las ideas que sugieren como causa de la enfermedad un equívoco en la forma de asumir la vida, una expresión del propio yo, una represión de la rabia, etc; no se siente responsable en forma alguna de la aparición del cáncer y por tanto lo considera extraño, ajeno a sí misma, que así como apareció así también se debe marchar. Se llena de razones para creer porque ella puede ganar la batalla, como por ejemplo su postulado de que el cáncer es una proliferación de células imbéciles incapaces de especializarse o que es una distracción momentánea del sistema inmunológico.
Al cáncer Patricia le agradece el haberla vacunado contra el miedo, ese mismo miedo endémico que compartimos con nuestros congéneres: el miedo a ser asaltada en la calle por algún delincuente, el miedo a perder el trabajo, el miedo a terminar con nuestra pareja; todo esto que antes nos aterraba de solo pensarlo ahora te encuentras que no significa mayor cosa después de ser diagnosticado con un cáncer. Es como si la enfermedad automáticamente nos construye una nueva tabla de temores o en definitiva nos blinda contra el miedo cualquiera que éste sea.
Y por si acaso, si el cáncer tiene que ver con no poder hacer lo que se desea, Patricia se permitirá, por lo menos durante la enfermedad, hacer lo que se le venga en gana como un dogma de vida. De ahora en adelante se jura no callarse nada, no habrá excusas para hacer lo que no quiere ni para estar donde no desea; la delicadeza y el decoro no serán su norma de conducta, es una deliciosa licencia que el cáncer concede a sus víctimas, que por lo general ninguna reclama para beneficio propio.
Las propiedades curativas del campo
Justo después de terminar el tratamiento, Patricia decide pasar 4 meses fuera de la ciudad, en el campo, alejándose del cáncer como ella misma lo dice. En la chacra, es como si ella pudiera alzarse por encima de toda su vida y desde arriba delinear lo que sigue de ahora en adelante, es como volver al mundo pero resguardada en la distancia, entre tomates, vacas y el infinito horizonte.
De nada sirve ir al campo, a los páramos o al fin del mundo si se quiere, si nuestra cabeza se quedan en el mismo sitio: en las preocupaciones y problemas de siempre. La gracia está en comulgar con el lugar donde uno se encuentre y en ese sentido Patricia le dio un vuelco a sus pensamientos para ella el cuidado de la huerta, el ajuar de la casa, cazar las serpientes invasoras, se vuelven de momento las razones principales de sus días.
Desenchufada de lo que compone su rutina, en la huerta o en la playa, Patricia toma conciencia de sus posibilidades, quizá el camino sea ir en pos de sus deseos, ahorcar la insatisfacción para que ésta no la termine matando a ella primero y comprender de una vez por todas que somos mortales, que la vida tiene fin aunque pareciese lo contrario por la forma como nos comportamos los seres humanos.
Sus amigas, las de siempre y también las recientes, aquellas que se vuelven aliadas ante las desgracias, colorearon de alegría y entusiasmo con sus visitas la estadía de Patricia en aquel paraje. Porque para ella sus amigas fueron parte activa de su recuperación y nunca las dejó por fuera de todo aquello en lo que ellas quisieran acompañarla.
A ellas les debe además del constante apoyo, una fuerte motivación para salir triunfante; cada una a su modo constituyó compañía, ayuda, consejo en el momento más oportuno. Esa es sin lugar a dudas, una de las mayores ganancias después de haber tenido tratos con el cáncer, comprobar que el patrimonio de sus amistades no son moneda falsa y están vigentes en la tenacidad de las circunstancias.
Si, el cáncer es un contrincante tan duro quizá por el hecho de provenir de uno mismo, que rodearse de compañía que te anime y "haga barra" es valido y muy útil, que te ayude a celebrar los buenos golpes que le puedas propinar durante la contienda y a darte uno que otro "empujon" cuando sientas que vacilan tus fuerzas.
Si, el cáncer es un contrincante tan duro quizá por el hecho de provenir de uno mismo, que rodearse de compañía que te anime y "haga barra" es valido y muy útil, que te ayude a celebrar los buenos golpes que le puedas propinar durante la contienda y a darte uno que otro "empujon" cuando sientas que vacilan tus fuerzas.
Gracias Patricia por tu libro porque con él obsequias un molde de franqueza y sinceridad con uno mismo, un proceso necesario para todos aquellos que buscan la curación desde dentro del alma de cada uno. Nos enseña además el poder terapéutico de la escritura, el poder narrar sin escatimar detalles y a su manera, todo aquello que pasa por la piel y la mente de un convaleciente, para redescubrirse como persona y usar este acerbo anecdótico como medio de liberación.
[1] La información de este escrito se ha extraído fundamentalmente del libro Biografía de mi cáncer. Editorial Sudamericana, Buenos Aires. 1era. Edición 2002.
[2] “Yo odio a los que tienen cáncer. Odio a los que luchan contra el cáncer y a las fundaciones amigas. Odio a los gurúes alternativos, felices de mostrar el camino de la salvación. Odio a los que interpretan y a los que comprenden y a los que saben lo que tengo que hacer. Odio a los que me lo dicen por mi bien. A los que derrotan todo tratamiento. A los que reinciden. A los que se mueren de cáncer, ésos son los peores.”